REFLEXIONEMOS AHORA, CON CARTAS AÚN NO VISTAS

07/Feb/2011

CCIU, Editorial

REFLEXIONEMOS AHORA, CON CARTAS AÚN NO VISTAS

7-2-2011
Si retrocedemos menos de siete décadas, podríamos recordar que inmediatamente después de la segunda Guerra Mundial, gran parte del mundo se dividió en dos imperios: el norteamericano y el soviético. El Medio Oriente fue uno de los escenarios de batallas por su disputa imperialista, en esa guerra “fría” mantenida de forma tal que, a pesar de que hubo más de una guerra en las que participaron sus respectivos ejércitos, nunca llegaron a confrontarse directamente.
Los países se fueron así aproximando a una y otra influencia. Ejemplos: El Irán del Sha se aproximó a Estados Unidos; Egipto y Siria a la Unión Soviética. Mientras los soviéticos se desintegraban, surgía una Europa que se acomodaba a las nuevas circunstancias y, finalmente, con la caída del Muro de Berlín, Europa se terminó de consolidar como bloque occidental íntegramente capitalista, pero adoptando posturas más ambiguas y desparejas respecto al Medio Oriente.
El Medio Oriente árabe solamente engendró dictaduras y monarquías absolutistas. No logró aplicar, ni en un solo caso, el modelo democrático, ni aspiró al mismo. Toda dictadura ejerce por definición una despótica hegemonía del poder estatal. Cualquiera fuese su cuño previo, algunos de esos regímenes fueron transformándose incluso, como vasos comunicantes, en dictaduras religiosas.
Ninguno de esos regímenes autoritarios concedió libertad a sus pueblos. Las masas populares siguieron cayendo en los abismos de la pobreza, ignorancia, dogmatismo, marginalidad, discriminaciones, falta de esperanzas.
Esa situación explotó en enero de 2011, en principio como expresión de un hartazgo generalizado. En la televisión se veían mujeres con burkas protestando, chicas de pelo largo con banderas de la hoz y el martillo, padres con pequeños sobre sus hombros, gente de diferentes edades y estratos sociales.
Y recién empieza, sin que la variedad de los análisis permita saber o prever aún cómo terminará.
Israel, la única democracia del Medio Oriente, observa el devenir de los acontecimientos con cautela y justificados temores. Con Egipto y Jordania se logró la paz hace décadas y con la Autoridad Palestina hay puntos de concordancia, que establecen discretas formas de encuentro pese a que quedan enormes diferencias por zanjar. Sería una pena perder dichos logros.
Parece obvio que ni EE.UU. ni Europa conjugan los actuales códigos nacionales de este mundo árabe autocrático, como para mediar y proponer una solución que no proceda de la arbitrariedad. Ni tampoco Rusia, ni China, entre otras grandes potencias actuales; todas ellas con fuertes intereses creados con los árabes. Se resolverá eventualmente mediante lógicas árabes, musulmanas, integristas, laicas, pros y contra occidentales, antagónicas o coincidentes entre sí.
Lo curioso y sorprendente es que quien parecía “dominar” dichas lógicas, se dejaba seducir por ellas e incluso las apoyaba con euforia o disimulada hipocresía racional, era la lejana Sudamérica.Hasta ayer. ¿Y hoy? Peor aún: ¿y mañana?
Chávez la tuvo y tiene clara, es un lacayo iraní y esta es una gran oportunidad para su socio y, en cierta medida, patrón. (Leer en Internet quién es su Ministro del Interior, Tarek El Aissami, le dará una buena pauta de ello al lector). Brasil en cambio, Itamaratí, ¿fue tan sagaz que “vio venir el cambio” que asombró a todo el planeta y anticipó concienzudamente su estrategia, o se equivocó?
La gran pregunta es nuestro país: Uruguay. ¿Ahora qué? ¿Opinan igual los legisladores que fueron hace un par de semanas a Irán, a cambiar respetuosamente sus atuendos y “convencerse” de haber sido recibidos por un país fraternal, preocupado por el bienestar de los pueblos, o reflexionarán si se trataba de un lobo con disfraz de cordero? ¿Se realizarán todas las próximas visitas planificadas al mundo árabe con la misma convicción?
Es tiempo de reflexionar a qué mundo árabe viajarán dentro de unos meses, y revisar con mucho cuidado nuestra postura geopolítica respecto al Medio Oriente. Habría que pensar, si todo se explica por razones comerciales, ¿hasta dónde se puede llegar? ¿Qué se sacrifica con esos pretextos?
Podríamos ser socios de un poder hoy desconocido, donde los Derechos Humanos que acá preconizamos se hundan aún más en el vacío e hipotequemos nuestros principios nacionales ante vaya a saber qué nuevas fuerzas emergentes. El mundo árabe es enorme y complejo y está en proceso de cambio. Es hora de reflexionar antes de actuar.